Apuntes biográficos/históricosDon Benito Hernando y Espinosa nació en Cañizar (Guadalajara) el 21 de marzo de 1846. Las primeras letras y los estudios de segunda enseñanza los hizo en la capital alcarreña y en esa bella ciudad se despertaron, sin duda, sus aficiones artísticas, que no descuidó nunca.
En Madrid hizo los estudios superiores, simultaneando los de Ciencias y Medicina en las respectivas Facultades de Madrid. Licenciado en Ciencias Físico-Químicas el año 1867 y Doctor al año siguiente. Por otra parte, se licenció en Medicina el año 1869 y en abril del 70 obtuvo el grado de Doctor.
Fue Alumno interno en el Hospital de San Carlos y se distinguió como buen estudiante en ambas Facultades. Por oposición, el año 1872, a los 25 años, consiguió la Cátedra de Terapéutica de la Facultad de Medicina de Granada. Allí coincidió en el claustro con su ilustre paisano el Dr. D. Juan Creus y entre sus discípulos contaba con Olóriz, Ribera y Gómez Ocaña.
Al frente de la Cátedra en la bella capital andaluza permaneció algo más de cinco años y allí fue Director del Hospital de San Juan de Dios y atendió a los coléricos de la gravísima epidemia del 85.
Como Director del Hospital de Leprosos de San Lázaro profundizó en el estudio de los enfermos de esa terrible enfermedad, endémica de siempre en aquella región.
El año 1887 paso, por traslado, a la Facultad de Medicina de la Universidad Central, donde se consolido su fama de gran maestro. En relación a su titulación en Ciencias, señalemos que fue Ayudante de Química en la Facultad madrileña, desde 1867 a 1872, y Auxiliar después, desempeñando accidentalmente la Cátedra de Química general.
Trabajador incansable, erudito y de cultura vastísima, predicaba con el ejemplo el culto a la verdad; «sinceramente religioso, sin fanatismos», solía decir que los libros mejor escritos eran el Quijote y el Catecismo del P. Ripalda.
Buen disertante y escritor, cuidadoso de la pureza del lenguaje. Hizo una biografía de Cisneros perfecta y muy alabada. Publico numerosos libros y trabajos, tales como el volumen sobre «La lepra en España».
Como persona era modesto y entrañable como amigo. Muy generoso, prodigándose con los necesitados largamente, ingenioso y ocurrente, provisto siempre -según declaraba algún amigo- de inagotable anecdotario.
Fue elegido Académico de la Real de Medicina el 13 de abril de 1893 en la vacante del Dr. Amos Calderón. Tomo posesión el 31 de marzo de 1895, leyendo un bello discurso sobre «Algunos detalles del tratamiento de las afecciones sifilíticas del sistema nervioso», Se le impuso la Medalla núm. 36.
Colaboró asidua y eficazmente desde la Sección de Farmacología.
Estaba condecorado con la Gran Cruz de Alfonso XII, a petición de la Academia, y en 1917 se le tributó un homenaje póstumo en Guadalajara, dedicándole la antigua calle del Museo.
Desgraciadamente, su salud iba quebrantándose demasiado en los últimos años, minada por una penosa dolencia que le obligó a jubilarse prematuramente y a abandonar poco después sus actividades y obligaciones.
Falleció el 24 de julio de 1916 esta gran figura de la Medicina española, que sigue siendo recordada en los medios académicos y universitarios, sobre todo.. - Fuente: 202 Biografías Académicas, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.