Apuntes biográficos/históricosDon Santiago Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón (Navarra) el día 1º de mayo de 1852. Su padre, don Justo, era el Médico de la localidad y con afición a los estudios anatómicos, como más tarde demostró. El hijo, Santiago, fue un muchacho díscolo y poco dado a los estudios. Mereció las reprimendas de su progenitor, que incluso le obligó a probar varios oficios. En cambio, sentía gran afición para el dibujo, que cultivaba a todas horas. Hizo sus primeros estudios en el Colegio de PP. Escolapios de Jaca, y después en el Instituto de Huesca los de Bachillerato, que terminó con mediano aprovechamiento.
Seguidamente emprendió los estudios de Medicina en la Facultad de Zaragoza, ciudad adonde fue a residir la familia en 1870 por haber logrado el padre una plaza de la Beneficencia Provincial. Pronto fue nombrado Profesor interino de Anatomía, Cátedra en la que trabajó y enseñó con mucha ilusión y provecho de sus alumnos. Ya entonces comenzaba claramente la transformación del hijo como estudiante, consiguiendo premios, sobre todo en Ciencias Anatómicas: Sin duda era positivo el entrenamiento y tutela del padre, que alguien calificó de «Anatómico nato».
Avanzaba en los estudios, y en junio de 1873, a los veintiún años, lograba el título de Licenciado en Medicina y Cirugía. Por su edad tenía que incorporarse al Ejército y en vista de ello ingresó por oposición en Sanidad Militar con uno dé los primeros números.
Como Teniente Médico fue destinado al Cuerpo de operaciones contra los carlistas y seguidamente a Cuba, de donde fue devuelto gravemente enfermo y desilusionado, en junio de 1875. Gracias a los cuidados familiares, fue recuperándose paulatinamente y se pudo reintegrar a sus estudios de Anatomía y Embriología, consiguiendo pronto el cargo de Ayudante interino de Anatomía en la Facultad -de Medicina zaragozana.
Emprendió en seguida los estudios del Doctorado y fue especialmente la Histología que explicaba el Dr. Maestre de San Juan, la que decididamente le atraía de tal manera que a su regreso a Zaragoza decidió crearse un laboratorio micrográfico, contando ya con un buen microscopio.
Para complacer a su buen padre hizo en 1878 unas oposiciones a las Cátedras de Anatomía de Granada y Zaragoza. Hizo unos ejercicios aceptables, pero no de gran calidad. Repitió el intento, pero con igual resultado adverso, al año siguiente, pero meses después, por oposición, obtuvo el cargo de Director de Museos Anatómicos de la Facultad de Medicina de Zaragoza. En 1883 triunfó también en nuevas oposiciones, obteniendo la Cátedra de Anatomía de Valencia.
En 1887 se decidió una profunda reforma de los estudios de Medicina, y en virtud de una nueva oposición ocupó la recién creada Cátedra de Histología Normal y Patología.de Barcelona. Es la época en que comienza la verdadera etapa de febril investigación de nuestro sabio, utilizando las modernas técnicas de coloración, a cuyo perfeccionamiento tanto colaboró después.
El año 1888 fue para él «un año cumbre» por sus geniales y asombrosos descubrimientos, que dieron a luz la teoría neuronal en la estructura íntima del sistema nervioso. Al año siguiente, en la reunión de la Sociedad Anatómica Alemana, celebrada en la Universidad de Berlín, obtuvo Cajal un resonante éxito, que fue seguido por muchos más, a tenor de los maravillosos progresos que conseguía en sucesivas e ininterrumpidas investigaciones. En 1888 también un accidente de laboratorio produjo la ceguera del Profesor Maestre de San Juan y fue provista la Cátedra de Histología y Anatomía Patológica por oposición. Fue adjudicada casi por aclamación a Cajal, autor ya entonces de más de 80 trabajos, muchos de ellos transcendentales.
En 1900 fue galardonado con el importante Premio de Moscú, que le concedió el XIII Congreso Internacional de Medicina, reunido en París. En España se celebró en su honor una gran fiesta nacional académica y el Gobierno le concedió las Grandes Cruces de Isabel la Católica y de Alfonso XII. En 1905, la Real Academia de Ciencias de Berlín le otorgó la Medalla de Helmholtz, que entonces sólo la poseía el gran Virchow.
Entre tanto, Cajal era invitado y agasajado por todas las Universidades más prestigiosas del mundo, anhelando su presencia y enseñanzas. Hasta un día cualquiera del mes de octubre de 1906, en que recibió en su domicilio un telegrama de Estocolmo, redactado en alemán, en el que se le comunicaba llanamente la concesión del Premio Nobel de Medicina. Lo compartía con el sabio Profesor de Pavía, Camilo Golgi.
España entera vibró de entusiasmo ante este universal y más preclaro de sus hijos. Como fue verdaderamente un sabio ocupado y preocupado siempre de sus estudios e investigaciones, rehusó tajantemente honores y homenajes, así como promociones oficiales de cualquier clase y monta y así no aceptó el nombramiento de Ministro, para el que repetidamente se le propuso.
En 1922, al cumplir los 70 años, se jubiló en la Cátedra y años después se creó un Instituto de Investigación que dirigió hasta su muerte. Allí siguió su tenaz trabajo y de allí, y antes de la Cátedra, surgió una pléyade de discípulos muy renombrados en el mundo científico.
Sobradamente reconocida por todos es su excelsa personalidad como escritor, filósofo, publicista y literato, con sus libros fundamentales y sus obras literarias maravillosas, tan difundidas y apreciadas.
Hacía ya unos años que fue adscrito a la Real Academia de Ciencias española, y algún tiempo después, en pleno apogeo de su fama, lo hizo en la Real Academia de Medicina. En ésta se le designó, en sesión de 13 de noviembre de 1897, para cubrir la vacante del numerario don Mariano Salazar Alegret, en la Sección de Anatomía y Fisiología. Tomó posesión con un originalísimo discurso sobre «Mecanismo de recuperación de los nervios», al que contestó don Federico Olóriz y Aguilera.
Gozando todavía de su normalidad mental extraordinaria, pero físicamente bastante bajo, falleció en su domicilio madrileño el 7 de octubre de 1934, originando su pérdida un grande y auténtico duelo nacional por sabio y por patriota.. - Fuente: 202 Biografías Académicas, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.